martes, 11 de mayo de 2010

Tatuajes de viento

Leidy Carolina Madrid Meneses
Comunicación Social
Literatura Contemporanea

INTRODUCCION

En nuestra cultura hablar de la muerte aun está considerado un tabú. Es algo que uno debe evitar en casi cualquier diálogo, para no quedar “fuera de lugar”. Una prohibición silenciosa rige sobre el tema, es una de esas cosas sobre las que “no se habla”.

Como si por evitar el tema en las conversaciones se pudiera huir de la realidad de la muerte, de la finitud, tanto propia como de los otros.
Muerte y duelo despiertan un temor irracional en la mayoría de las personas. No hay capacidad de enfrentar y mucho menos de aceptar estos hechos naturales de la vida. La actitud que domina es la de un rechazo inmediato en forma de huida y de una negación generalmente completa.
Estas actitudes negativas hacia la realidad ineludible de la muerte y el duelo, han generado un vacío poco saludable en la sociedad y sus individuos.

El contacto directo y sin negación con la muerte y el duelo nos abre a una comprensión nueva sobre nosotros mismos y el mundo en el que vivimos. La aceptación y elaboración de estos temas puede ayudarnos a reencontrar la proporción y el sentido que la vida contemporánea parece haber perdido.

Las consecuencias psicoemocionales y filosóficas que tiene la negación de estos temas son claramente negativas. Actuando en deterioro de nuestra integridad y de nuestra capacidad conciente, distorsionando de modo dramático nuestra relación con la realidad de la vida tal cual es.
Vida y muerte son las dos caras de una misma moneda. Esa moneda es la existencia. Vida y muerte se complementan naturalmente, siendo una condición de la otra.

La existencia se despliega ante nosotros en ciclos consecutivos que se repiten indefinidamente: inhalación y exhalación, sístole y diástole, día y noche. Todo nace y muere, cada cosa está atada a este ritmo continuo. La biología nos muestra claramente que desde los organismos más simples hasta las formas de vida más sofisticadas cumplen con estos hitos universales de nacimiento y muerte. La astronomía nos muestra que también las lunas y los planetas, las estrellas y las galaxias están atadas a estos ciclos.

¿ACEPTAR LA MUERTE?

La muerte del ser humano cobra un sentido trascendente en la vida humana según la cultura de la sociedad en que se manifiesta. El acto de morir es motivo de homenaje, culto, pena o alegría. La muerte orgánica es ensación de los procesos de la vida pero de manera trascendente, la muerte es permanencia en la eternidad. La muerte es algo que le acontece a la vida y algo que los vivos experimentan, mientras más cercana es la muerte más se siente su presencia. Entonces la muerte, puede ser el fin de un periodo, la iniciación de otro ciclo o una posibilidad existencial, filósofos y médicos han querido siempre definirla pero siempre será un misterio existencial, pues cada ser humano la vive en otros y cuando ésta experiencia le llega, no vive para contarla.

La muerte es entonces el término de la vida a causa de la imposibilidad orgánica de sostener el proceso homeostático. Se trata del final de un organismo vivo que se había creado a través del nacimiento.

El concepto de muerte ha variado a través de lo largo de la historia, antiguamente se consideraba que la muerte como evento, tenía lugar cuando el corazón dejaba de latir y el ser vivo ya no respiraba. Con el avance de la ciencia la muerte paso a entenderse como un proceso que, a parir de un cierto momento, se vuelve irreversible.

En la actualidad, una persona puede haber dejado de respirar por sus propios medios y, sin embargo, seguir con vida a través de un respirador artificial, por otra parte puede hablarse de muerte cerebral para hacer referencia al cese completo e irreversible de la actividad cerebral.

Más allá de la biología, existe una concepción social y religiosa sobre la muerte. Se suele considerar a la muerte como la separación del cuerpo y el alma. Por lo tanto, la muerte implicaría el final de la vida física pero no de la existencia.

Este concepto de la muerte como el gran adversario que nos infunde de valor y paciencia para actuar sin entregarnos a la importancia personal o ego-centrismo nos hace ver a la muerte como un maestro que nos saca de nuestro in-consciente escondite y nos abre a la verdad de la vida y del universo.

Intelectualmente puede no ser tan difícil comprender que para aceptar la vida tenemos que aceptar la muerte. Pero, emocionalmente rechazamos esa premisa Porque no nos sentimos preparados para dejar la vida porque sentimos que aun falta mucho más por vivir. Podemos negarnos a hablar sobre la muerte y, mucho menos, sentir su presencia en nuestras vidas.
La palabra Aceptar significa el resultado de un acuerdo, en el cual nos tornamos receptivos a algo. Según la psicología budista, aceptamos desapegarnos de algo cuando estamos realmente satisfechos.

Las personas que aceptan morir son aquellas que están satisfechas con sus vidas. Desapego, en este sentido, significa estar nutrido de amor espiritual.
Todos nosotros ya sentimos esa forma elevada de amor cuando deseamos que la persona amada sea realmente feliz: con o sin nuestra presencia. En tanto, en general, nuestro amor es más emocional que espiritual: amamos en la carencia, esto es, nos alimentamos del sentimiento de que amar es sentir necesidad de recibir el amor del otro. En este sentido, damos excesivo valor a algo o alguien sólo porque nos hace falta. Esto es, nos comunicamos mejor con el otro cuando estamos lejos de él.

Pero también es verdad que cuanto más sabemos reconocer nuestra capacidad de amar, menos dependientes estaremos de la presencia física de la persona amada. La prueba que esta premisa es verdadera está en el hecho de que continuamos amando a alguien aún después de su muerte. La dinámica del amor continúa en nuestro interior: continuamos dedicándonos a la persona amada aún después que ella ya se fue. Rezamos por ella, y muchas veces pasamos a dedicarnos a finalizar sus proyectos y realizar sus deseos.

La pérdida de un ser querido es uno de los acontecimientos más estresantes de la vida y puede producir una crisis emocional importante. Tras la muerte alguien que se ama, se experimenta una etapa dolor que recibe el nombre de duelo.

Se puede sentir una amplia gama de emociones, incluso cuando la muerte se esperaba. Algunas emociones que una persona puede sentir son las siguientes:

• Negación
• Incredulidad
• Confusión
• Chock
• Tristeza
• Añoranza
• Rabia
• Humillación
• Desesperación
• Culpa

Estas emociones son normales y comunes ante la pérdida. No se esta preparado para la intensidad y la duración de estas emociones o la rapidez con que el estado de ánimo de una persona pueda cambiar. Se Puede incluso comenzar a dudar sobre la estabilidad de la salud mental. Pero son emociones sanas y apropiadas que ayudarán a afrontar la pérdida.
No es fácil seguir adelante tras la muerte de una persona amada. El duelo es el proceso natural que se atraviesa hasta aceptar una pérdida importante. Puede incluir las tradiciones religiosas que honran a los muertos o reuniones con los amigos y la familia para compartir la pérdida. El duelo es algo personal y puede durar meses o años.
Entonces podemos ver las cosas desde una perspectiva nueva. La vida se llena de significado y valor, el contacto con los otros adquiere una nueva dimensión, más profunda y rica. Comenzamos a valorar a los otros y a nosotros mismos desde una visión más amplia, más sensible. Por que al aceptar y reconocer la duración y la impermanencia, podemos sentir y comprender el valor de la vida de un modo fresco y pleno. Dejando atrás la rutina, el aburrimiento, la superficialidad y el apego innecesario por aquellas cosas que no son primordiales.

Desde que se recibe la noticia del fallecimiento de un ser querido hasta que se asimila y acepta, pasado el tiempo, todas las personas afectadas por la muerte de una persona próxima, atraviesan por diferentes fases. Son las fases del duelo.
Hay que pasar y superar diferentes momentos de dolor, aunque no siempre las fases se producen en el mismo orden. En cualquier caso, y aunque una enfermedad nos haya hecho tomar conciencia gradualmente de la pérdida, la mayoría de los psicólogos estiman que hasta que no se produce la muerte real, es muy difícil comenzar la experiencia del duelo.

Realizar todo este proceso lleva tiempo, y aunque no es fácil de aceptar al final siempre debemos llegar a superarlo, por eso quiero concluir con una frase de François Mauriac (1905-1970) Escritor francés.

“La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente”

Podemos así revalorar el amor y la felicidad, lo que tenemos y lo que realmente nos falta. La invitación queda hecha. Hablar sobre la muerte es hablar sobre la vida pero de un modo más profundo.

CONCLUSIONES

• Pocas personas llegan a aceptar la muerte como un proceso natural y normal en la vida y aquellas que lo consiguen, probablemente tengan una vida más feliz. La muerte es un escalón desconocido en nuestra existencia y sólo aquellos que hallan pasado por una experiencia al borde de la muerte poseen conocimiento para saber que el sentimiento que acompaña a la muerte es confortable.

• El miedo a la muerte inhibe nuestra vida porque muchos actos no los realizamos pensando en el peligro que comportan. Nos volvemos débiles, catastróficos porque no entendemos con qué medida se toma la gran decisión de despojarnos de nuestra vida, creyendo a menudo que no es justo.

• Todavía no asimilamos la idea de que tan sólo es nuestro caparazón el que muere, es decir, el cuerpo o forma que adquirimos al presentarnos a los demás mortales. Nosotros somos una mente consciente habitando un cuerpo y por ello hemos de entender que aunque el cuerpo se extinga con el proceso de la muerte, la mente que lo habitaba sigue su camino en la eternidad del Universo.

• El duelo es un proceso necesario y natural para sanar nuestra mente y se utiliza siempre que perdemos algo o alguien querido. Es necesario que comprendamos y aceptemos nuestros sentimientos con respecto a la muerte, que incorporemos la creencia de que es un proceso natural en una vida y que su significado tiene que ver más con renovación e inicio que con final o castigo.

• La muerte debe ser integrada al ciclo de la vida como hecho natural, lo que no implica despojarse sumamente de los miedos y los interrogantes que el hombre ha procurado responderse desde los inicios, sino por el contrario, tenerlas presente en nuestro trabajo. La disposición a la escucha de esta temática implica un desafío, por la angustia que implica, la cual deberá adecuarse a las características personales de cada ser.